Emprendíamos el viaje camino a Arica muy expectantes y a la vez nerviosos por los buenos comentarios que habíamos recibido de aquella ciudad, es por ello que las ganas de conocer aumentaban. Cuando, por fin, llegamos, cansados y con hambre, comenzamos a buscar algún hostal o residencial que fuese barata. Mi madre, quien no se manejaba mucho en temas matemáticos (ni menos de números), ni tampoco de cambio a pesos chilenos. Tenía una gran confusión entre soles y dólares, es por ello que ingenuamente preguntó en un hotel -¿Cuántos SOLARES cuesta la pieza para cinco personas?-. El peruano tenía un gran signo de interrogación en su cara, yo y mi hermano son sentimos avergonzados y le corregimos.
Otra anécdota también protagonizada por mi madre, fue cuando habíamos visto muchas ferias y comercio. Era hora de almorzar. Buscamos algo bonito y rápido que estuviese acorde al poco tiempo que teníamos.Encontramos un restaurante muy humilde donde la mesera era muy amable. Todos en mi familia ordenamos papas fritas y pollo, algo fácil. Luego de disfrutar el sencillo almuerzo llegó la hora de cancelar, encargándose de esto mi papá, sin embargo, mi madre aún tenía una confusión con el peso peruano y el cambio. Ella sin avisarnos dejó más de 6 soles de propina para la mesera, sin saber que era una gran suma de dinero.
Luego, al volver a Iquique fuimos capaces de darnos cuenta que la palabra"SOLARES", era una palabra inventada por mi mamá, que no debíamos repetir ya que era de gran confusión; es por ello que debimos enseñar a mi mamá cómo y a cuánto estaba el cambio en Perú, para así no volver a entregar tanto dinero en una propina.Estas dos enseñanzas nos servirán para los próximos viajes que puedan venir en el futuro.
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